Декабрь, 2020 | La Barcelonesa
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Декабрь 2020

2020Декабрь

Había aprendido a rodearse de lo más selecto. Quizás por eso la llaman La Barcelonesa, porque representa la esencia del buen gusto. Y porque su presencia y sus andares elegantes esconden el carácter cosmopolita, carismático, creativo y fresco de la ciudad donde nació. De Barcelona lo había heredado todo. Desde niña había dejado que el toque irresistible de la ciudad le calara hasta los huesos. Barcelona le enseñó a devorar la vida, a empaparse de naturaleza y dejarse guiar por el mar. Le enseñó a conocer sus sabores y a descifrar el mediterráneo en cada uno de ellos. Su paladar se había hecho experto a base de saborear la vida. Así

Escogió sus deportivas. Esa mañana intuía que se descalzaría. Le habían hablado de un terreno virgen y sabía que necesitaría sentir la tierra. En esos momentos le gustaba estar sola para poder percibir el clima, observar la luz, oler la humedad. Hundir sus manos en la tierra y caminar sobre ella. Su abuelo le enseñó que las sensaciones se multiplican “cuando tocas con los pies”. -- Poco antes de alcanzar La Rápita, en el Alt Penedés, tomó un desvío a la izquierda para adentrarse en un camino de tierra. Se detuvo ante un terreno aparentemente baldío. Caminó. Respiró. Se empapó de humedad. Se descalzó. Le bastaron unos metros para detectar la energía del

Nuria Ferrer i Soler y La Barcelonesa se admiraban sin saberlo. Nuria se preguntaba quién estaba detrás de aquella Barcelona Mediterranean Wine, que se había posicionado rápidamente en el circuito vinícola catalán. A La Barcelonesa le fascinaban las historias que oía sobre Gregori Ferrer i Soler y su hijo Francisco que, desde principios del siglo XIX, llenaban de vino las bodegas de los barcos que partían hacia La Habana desde el puerto de Vilanova i la Geltrú. Años después, Francisco y su mujer, Lluïsa Aymar, admiradora y difusora de los vinos catalanes, impulsaban un floreciente negocio vinícola que perdura seis generaciones después. -- Desde su primer encuentro, Nuria y La Barcelonesa conversaban con

La Barcelonesa no había tardado en mover hilos y dar forma a su idea de crear Els Amics, un sello de identidad con el que identificar a lo mejor de la producción local. En pocos meses, se habían unido a la red los primeros productores del Alt Penedés, con el propósito de compartir inquietudes y proyectos y encontrar una estructura sólida para comercializar sus productos. En el selecto grupo tendría cabida cualquier proyecto que llevara en su ADN el respeto por la naturaleza y los procesos sostenibles, por la cultura catalana, por la excelencia del producto, por la pasión por el trabajo bien hecho. -- En una de aquellas primeras tertulias de

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