AYMAR
Nuria Ferrer i Soler y La Barcelonesa se admiraban sin saberlo.
Nuria se preguntaba quién estaba detrás de aquella Barcelona Mediterranean Wine, que se había posicionado rápidamente en el circuito vinícola catalán.
A La Barcelonesa le fascinaban las historias que oía sobre Gregori Ferrer i Soler y su hijo Francisco que, desde principios del siglo XIX, llenaban de vino las bodegas de los barcos que partían hacia La Habana desde el puerto de Vilanova i la Geltrú.
Años después, Francisco y su mujer, Lluïsa Aymar, admiradora y difusora de los vinos catalanes, impulsaban un floreciente negocio vinícola que perdura seis generaciones después.
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Desde su primer encuentro, Nuria y La Barcelonesa conversaban con frecuencia en la vieja viña de más de medio siglo que rodeaba la bodega del Castell de Pujade.
El padre de Nuria, el actual Gregori Ferrer había contribuido a su despegue cuando decidió romper con la tradicional producción de vino a granel y apostar por vestir las botellas con su propia marca 100% ecológica, basada en el cultivo con abonos naturales de su propia uva.
De aquella tierra arcillosa y calcárea había germinado la familia de vinos y espumosos Aymar.
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Aquellas tertulias apasionadas en torno al vino y a todo lo que crecía y se producía en la comarca del Penedés se repetían cada día. Todos aquellos productores locales formaban parte, aún sin saberlo, de una comunidad unida por el mismo amor por la tierra y el mismo objetivo: cuidarla para sacar lo mejor de ella haciendo de su pasión su modo de vida.
¿Podía esta comunidad llegar a ser algo más?